Excelente
“ “Lo que el tiempo se llevó”, de Cintia Mansilla (o Beloure, tal es el seudónimo de la
escritora), nos ofrece una narrativa sin desperdicio. Fuerte, desnuda, en crudo. Su lectura nos
induce a un movilizador paseo introspectivo, donde cada relato auspicia de espejo: todos
podemos vernos reflejados en alguno de ellos. Espejos que nos enfrentan a nuestros “yo” más
profundos: el “yo” anclado en el pasado; el golpeado por la sociedad contemporánea; el que
busca reflejarse, con cierta ansiedad y desesperanza, en el futuro.
Exquisitamente hilvanado desde las implicaciones léxicas (Cintia es profesora en letras y su
prolijidad narrativa es indiscutible), el libro está dividido en dos grandes fragmentos.
El primero, se compone de una serie de cuentos cortos contados a través de diversas voces
ficcionales que representan distintos géneros, épocas, grupos etarios y sociolectos.
Tal como el título del libro indica, las historias tienen como hilo conductor la temática del
tiempo, y más específicamente, la forma que tenemos de sesgar las vivencias a través de los
recuerdos. Nos revela cómo recreamos los eventos a la distancia: reconstrucciones subjetivas
nunca límpidas e incorruptibles, cargadas de dudas y de espacios en blanco, en las que sólo
permanece intacto el aprendizaje de una vivencia más que la vivencia en sí: todo aquello que
para bien o para mal, nos ha causado algún tipo de impacto.
Entre las situaciones compartidas por los personajes, vamos encontrándonos con la
exposición de un gran despliegue de sentimientos y problemáticas inherentes a la existencia:
El amor y el odio, los conceptos y preceptos heredados y la presión que ejercen en el
accionar humano, nuestras múltiples formas (acertadas y desacertadas) de vincularnos y las
expectativas que fijamos en cada vínculo, asimismo cómo nos afecta todo lo que se espera o
exige de nosotros.
Como marco de las narraciones tenemos contextos dispares en los que, no obstante,
encontramos como punto en común ” por Gisele Faya