Resumen

La literatura, desde tiempos memorables, es un instrumento único de expresión de los sentimientos y las experiencias humanas, para que la mayor cantidad de gente posible se sienta identificada con lo que el escritor ha preparado especialmente para ellos y ellas. No obstante, ¿es posible gozar de una historia y sentirse completamente sumergido en ella, sin importar su extensión y riqueza? Para despejar esas dudas, este libro, desde un punto de vista humilde e imparcial, podría ser de gran utilidad. Actores de doblaje atormentados, seres microscópicos de chocolate (¿o culpa?) que carcomen el estómago de uno, deportistas devenidos artistas de parques de diversiones, matrimonios que se preguntan cómo han logrado sobrevivir, perros que no saben dónde caer, memorias de viajes inolvidables… todo ello, englobado en una antología que busca hacer recordar a sus posibles lectores sobre la necesidad latente de encontrar en la literatura un espacio donde se comparten las más misceláneas vivencias del ser humano, en el que se forma parte de un constante proceso de aprendizaje que, indudablemente, ayuda a atravesar los tiempos complejos que vivimos.

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